Anoche hicimos un Picnic con Juan Carlos y Eli que vinieron
a vernos a nuestro idílico retiro en el Balneario. Nos bebimos todas las
existencias más una pócima que le gusta a Charly que es del estilo del Jagermeister
pero de novena división. Se nos hizo de noche charlando y la seguimos en la
terraza del hotel nosotros tres mientras ellas se fueron a un “no sé donde”,
apartaditas de nosotros para hablar de sus cosas.
Esperando la llegada de los invistados en la terraza del Eden Hotel
En plenos picnic
Hoy después del Grossen Desayunen que ofrecen en el hotel
nos hemos adentrado en la profunda Selva Negra con primera parada en Sankt
Peter, pueblo con una abadía benedictina barroca del siglo XVIII que fue
secularizada en 1803 y que es una exageración en cuanto a los dorados
existentes. Los domingos se presentan conciertos de órgano con artistas
internacionales. Hoy no era domingo por desgracia.
Seguimos hacia el lago Titisee. El camino está jalonado de
montañas, pinos, alerces, prados de un verde hiriente, vacas pastando en
laderas imposibles por su pronunciada pendiente y bruma. Hoy el clima no estuvo
a la altura esperada. Nubes y lluvia nos acompañaron de forma intermitente
hasta ya muy mediada la tarde.
Para encontrar el lago hemos dado muchas vueltas y giros
sobre nuestras rodadas ya que los carteles anunciadores en alemán, nos nos
ayudaban mucho. Como se acerba la hora de comer hemos parado, comido y al mismo
tiempo preguntado como llegar a la orilla.
De la comida mejor ni hablar. Sopa de cebolla aceitosa y
salada por el exceso de cubito de glutamato monosódico y salchichas con patas y
bacón. En el restaurante estaba un gallego parlanchín cerveceando y que lleva
por estos y otros lares desde 1965. Nos contó que en el verano del 70 estuvo en
Foyos ( pueblo al lado de Valencia) trabajando y que se acordaba mucho de
Pilarín. No hemos aclarado quien es Pilarín ni porque la recordaba. Habla 5
idiomas y con 75 años a la espalda bebe alegremente. Nos ha dado su tarjeta de
visita que consiste en su nombre y dirección impresos en papel de estraza con un
tampón y el teléfono escrito a máquina de escribir mecánica, ni a IBM eléctrica
llegaba.
El lago muy bonito, de origen glaciar y que se hiela en
invierno debería haber sido azul intenso pero como el día estaba nublado nos ha
tocado la versión Noire…es decir negro , negro , negro.
Sentados en un café de madera al estilo de la zona nos hemos
deleitado con un cafetito caliente y una tarta de manzana.
Mañana a Basilea.
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