Estamos en una esquina de Europa donde se juntan 3 países,
Alemania, Francia y Suiza, al punto que la ciudad de Colmar, Friburgo y Basilea
comparten el mismo aeropuerto.
Salimos del Balneario en Alemania y tan solo nos separaban
55 Km de Basilea, mismos que hemos hecho en tan solo 45 minutos de conducción
por una autopista a 90 Km/h por aquello de hacer tiempo ya que nos esperaban a
las 11:30 y aun así llegamos casi tres cuartos de hora antes de lo previsto. Al
pasar la frontera nos han pegado una calcomanía para ir por todas las
autopistas suizas durante un año por 40 €, lo cual es un monto muy asequible ya
que solo los 500 km que hay de Valencia a la frontera cuestan 36€.
Cuando llegamos limpiaban el apartamentito así que dejamos
el equipaje y nos soltamos a caminar. Estamos en un barrio llamado Binningem a
solo 2300m del centro. La corta distancia nos invitaba a pasear y eso hemos
hecho. Nos ha llamado la atención que la ciudad no se veía muy limpia ni para
los estándares alemanes ni franceses.
Pensamos que serían las afueras pero al llegar al centro
detectamos mucha colilla, envases, envoltorios y papeles.
Una vez en el centro y cuando íbamos hacia la catedral,
pareciera que uno no ha estado en una ciudad si no se traga un par de edificios
pertenecientes a la secta, y dado que el hambre ya comenzaba a hacerse
presente, nos hemos ido fijando en restaurantes. Estábamos asombrados a la par
que escandalizados por los precios de la comida. A modo de ejemplo:
Pizzas individuales empezaban en 16€ y podían llegar a los
28€.
Plato de pollo con champiñones 38€
A Eva se le iluminaron los ojos al ver un restaurante
mexicano, luego montó en cólera al ver que por una ración de quesadillas pedían
26€ y que por las carnitas de puerco en chile guajillo tan solo querían 36€.
Techo de la catedral
Aunque se aceptan los € en cualquier lado, siempre estás en
sus manos en cuanto al tipo de cambio se refiere por lo que optamos por entrar
a estas instituciones suizas donde se adora al Dios dinero para utilizar un
cajero. Cambiamos 300 Fr, y nos dieron billetes de 100 así que traspasamos el
atrio del templo del becerro de oro y constatamos el lujo imperante. Un
empleado cada 50 m2. Nos dirigimos a la más próxima y cuando le pedimos cambio, nos sonrió de forma
candorosa y nos invito a seguirla hasta otro cajero. Allí metió una tarjeta nos
indicó que metiéramos nuestros tres billetes, y en un plis plas ya teníamos 15
billetitos de 20 Fr.
Se despidió con otra sonrisa de serafín de Miguel Ángel y
continuamos periplo.
Un vitral en B&N
A destacar que la catedral está a orillas del Rin y construida
toda de piedra arenisca roja pero lo que más nos ha llamado la atención es una
exposición que tienen sobre la Biblia y su historia la cual estaba toda en
idioma alemán, el imperante en este cantón. Ni francés ni inglés, pero eso si………los
cepillos para recolectar dádivas están en los 3 idiomas.
Para cruzar el río hay un sistema curioso donde no se
utiliza ni motor ni fuerza humana.
La barca esta enganchada a un cable que atraviesa el río de
orilla a orilla y la fuerza de la corriente y la pericia del barquero hacen el
resto.
Hemos comido en el comedor para empleados del Credit Suiss
un plato indonesio y una ensalada por tan solo 17€
Como última parada de nuestro deambular nos hemos topado con
la dudosa estética del ayuntamiento. Bien podría estar en Disneyworld y nadie
notaría la diferencia.
La ciudad tiene un sistema de tranvías excepcional, pasan
con mucha frecuencia y por una distancia de 4 paradas cobran 2,20 Fr. Por una parada
mas que es lo que nosotros necesitábamos había que pagar 3,60, a instancias de
Pablo hemos comprado el más barato y hemos viajado una parada “gratis”.
A punto de cometer la fechoría y abajo nuestro pisito
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