miércoles, 10 de agosto de 2016

10 Agosto Basilea






Estamos en una esquina de Europa donde se juntan 3 países, Alemania, Francia y Suiza, al punto que la ciudad de Colmar, Friburgo y Basilea comparten el mismo aeropuerto.
Salimos del Balneario en Alemania y tan solo nos separaban 55 Km de Basilea, mismos que hemos hecho en tan solo 45 minutos de conducción por una autopista a 90 Km/h por aquello de hacer tiempo ya que nos esperaban a las 11:30 y aun así llegamos casi tres cuartos de hora antes de lo previsto. Al pasar la frontera nos han pegado una calcomanía para ir por todas las autopistas suizas durante un año por 40 €, lo cual es un monto muy asequible ya que solo los 500 km que hay de Valencia a la frontera cuestan 36€.



Cuando llegamos limpiaban el apartamentito así que dejamos el equipaje y nos soltamos a caminar. Estamos en un barrio llamado Binningem a solo 2300m del centro. La corta distancia nos invitaba a pasear y eso hemos hecho. Nos ha llamado la atención que la ciudad no se veía muy limpia ni para los estándares alemanes ni franceses.
Pensamos que serían las afueras pero al llegar al centro detectamos mucha colilla, envases, envoltorios y papeles.
Una vez en el centro y cuando íbamos hacia la catedral, pareciera que uno no ha estado en una ciudad si no se traga un par de edificios pertenecientes a la secta, y dado que el hambre ya comenzaba a hacerse presente, nos hemos ido fijando en restaurantes. Estábamos asombrados a la par que escandalizados por los precios de la comida. A modo de ejemplo:
Pizzas individuales empezaban en 16€ y podían llegar a los 28€.
Plato de pollo con champiñones 38€
A Eva se le iluminaron los ojos al ver un restaurante mexicano, luego montó en cólera al ver que por una ración de quesadillas pedían 26€ y que por las carnitas de puerco en chile guajillo tan solo querían 36€.

 
             
                                                     Techo de la catedral

Aunque se aceptan los € en cualquier lado, siempre estás en sus manos en cuanto al tipo de cambio se refiere por lo que optamos por entrar a estas instituciones suizas donde se adora al Dios dinero para utilizar un cajero. Cambiamos 300 Fr, y nos dieron billetes de 100 así que traspasamos el atrio del templo del becerro de oro y constatamos el lujo imperante. Un empleado cada 50 m2. Nos dirigimos a la más próxima y  cuando le pedimos cambio, nos sonrió de forma candorosa y nos invito a seguirla hasta otro cajero. Allí metió una tarjeta nos indicó que metiéramos nuestros tres billetes, y en un plis plas ya teníamos 15 billetitos de 20 Fr.
Se despidió con otra sonrisa de serafín de Miguel Ángel y continuamos periplo.


                                                       Un vitral en B&N

A destacar que la catedral está a orillas del Rin y construida toda de piedra arenisca roja pero lo que más nos ha llamado la atención es una exposición que tienen sobre la Biblia y su historia la cual estaba toda en idioma alemán, el imperante en este cantón. Ni francés ni inglés, pero eso si………los cepillos para recolectar dádivas están en los 3 idiomas.
Para cruzar el río hay un sistema curioso donde no se utiliza ni motor ni fuerza humana.
La barca esta enganchada a un cable que atraviesa el río de orilla a orilla y la fuerza de la corriente y la pericia del barquero hacen el resto.


Hemos comido en el comedor para empleados del Credit Suiss un plato indonesio y una ensalada por tan solo 17€
Como última parada de nuestro deambular nos hemos topado con la dudosa estética del ayuntamiento. Bien podría estar en Disneyworld y nadie notaría la diferencia.






La ciudad tiene un sistema de tranvías excepcional, pasan con mucha frecuencia y por una distancia de 4 paradas cobran 2,20 Fr. Por una parada mas que es lo que nosotros necesitábamos había que pagar 3,60, a instancias de Pablo hemos comprado el más barato y hemos viajado una parada “gratis”.

                                  A punto de cometer la fechoría y abajo nuestro pisito

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