Comenzaremos hoy con el banquete de anoche a base de los
patés y el foi. Hay que resaltar que todo lo que nos metimos ayer era “pura
gordura”, si no nos dio un coma colesterólico sería porque Santa Odile o bien
las reliquias de Juan Pablo II obraron milagros varios.
Castillo de Koenisbourg arriba y uno de los puentes levadizos abajo
Marca del cantero en uno de los sillares
Dejamos nuestros aposentos en Dambach y encaminamos los
pasos hacia el castillo de Koenisburg. Enorme mole de granito rosa que se alza
sobre una montaña de 755 m y que dominaba las rutas del vino y el trigo de
norte a sur así como la ruta de la plata y la sal que iba de este a oeste. Su
primera mención data del siglo XII. Perteneció a los Habsburgo y fue durante la
guerra de los 30 años que sufrió sitio y pillaje y destrucción cayendo en el
olvido hasta que la región pasó a poder de los alemanes. El káiser Guillermo II
decidió remozarlo al estilo siglo XV utilizando la tecnología existente en
1909.
A resaltar la foto de algunos trabajadores en día de
descanso con la inevitable jarra de cerveza.
La vista sobre el valle desde el castillo es excepcional.
No lejos de ahí, se encuentra Bergheim, otro preciosos
pueblo amurallado y lleno de flores tanto en las ventanas como en las calles. En
la puerta de la muralla hay una lápida con un altorrelieve de un fulano
tocándose el culo y haciendo burla. Este pueblo se caracterizó por dar cobijo a
los perseguidos por crímenes no premeditados .
Puerta de entrada a Bergheim
La elección del lugar para comer
no fue la más acertada en cuanto al tiempo. Casi dos horas para despacharnos.
Creo que tienen confundido el concepto de slow food por el de slow service.
Preguntamos lo que eran algunos de los platos de la carta.
Cuando le llego el turno a los rognons, la señora se señaló los genitales y se
echo a reír a lo que Pablo contestó con un
-
Ese pa´mi.
Resultaron ser riñones…….???????
Yo no sé que me van a traer para comer pero me atrajo la
cantidad de consonantes del nombre y mi imposibilidad para pronunciarlo –
Fleischkiechle- Terminaron siendo una albóndigas guisadas con vino.
Aparece en la carta un plato llamado Matafan en las entradas
y otro matafan en los postres y nos explican que es un crep salado con queso
por encima el primero y el otro dulce y con frutas.
El día lo hemos rematado con Ribeauville, un horroroso
pueblo por lo lleno de turistas y tiendas por doquier y que podría ser otra
preciosidad del alto Rin por sus casas del Siglo XVII adornadas con flores y
pintadas de colores muy atrevidos
Para los amantes de la fotografía he encontrado este anuncio con S de más.
QUE MARAVILLA DE LUGARES MI QUERIDO GUANITO . . .!!!
ResponderEliminar